Partimos de la premisa de que el desarrollo integral de la persona pasa por reconocer la importancia y el valor de la educación afectivo-sexual, que debe ser contemplada como un derecho del individuo de recibir una educación integral, y dentro de un eje coeducativo en el que se prime el trabajo de valores igualitarios de corresponsabilidad y respeto. Ya que la sexualidad, como dimensión fundamental da persona, discurre inseparable de nuestra realidad e identidad personal, y al mismo tiempo desde la dimensión interpersonal-relacional que permite aproximarnos conjuntamente a la afectividad y a su manifestación.